Tomelloso se conoce por su tradición vitivinícola. Pero pocos visitantes saben que la ciudad fue durante décadas uno de los principales centros de producción de alcohol vínico de España. Las antiguas alcoholeras de Tomelloso forman parte de un patrimonio industrial que explica el crecimiento económico y urbano del municipio durante el siglo XX.
Las alcoholeras eran fábricas dedicadas a la destilación del alcohol obtenido a partir del vino. Eran una solución al excedente de producción vinícola de la comarca. En ellas se transformaba el vino en alcohol industrial.
Estas instalaciones contaban con grandes calderas, depósitos y altas chimeneas de ladrillo, las cuales hoy se han convertido en uno de los símbolos más reconocibles de la ciudad.

El desarrollo de las alcoholeras estuvo ligado al espectacular crecimiento del viñedo en La Mancha. Durante buena parte del siglo XX, Tomelloso llegó a concentrar decenas de alcoholeras activas, convirtiéndose en un referente nacional del alcohol de origen vínico.
Este impulso industrial generó empleo, riqueza y atrajo población, transformando Tomelloso en una ciudad dinámica vinculada directamente al vino.
Uno de los legados más llamativos de las alcoholeras son sus chimeneas industriales, algunas de gran altura. Hoy en día aún se conservan repartidas por el casco urbano. Estas estructuras servían para evacuar el humo de las calderas y hoy forman parte del paisaje histórico de Tomelloso, siendo un ejemplo de arquitectura industrial en España.

Las alcoholeras estaban estrechamente relacionadas con las cuevas subterráneas excavadas bajo las viviendas, donde se almacenaba el vino a temperatura constante. Este sistema, característico de Tomelloso, permitía optimizar la producción y el almacenamiento, reforzando la identidad vinícola del municipio.
Descubrir la historia de las alcoholeras es comprender por qué Tomelloso es mucho más que viñedos: es una ciudad construida alrededor del vino, la industria y el esfuerzo colectivo de varias generaciones.